Punta Arenas parte 1

Casi sin poder dormir por el temor a entrar en un sueño profundo y no escuchar la alarma es que llegué a las 5 de la mañana a la oficina para partir rumbo al aeropuerto. Gracias a mi pastillita mágica ahora puedo tener vuelos sin sufrimiento, por lo que pude disfrutar del paisaje y ver cómo la cordillera iba desapareciendo casi completamente bajo un gran manto de nieve. Se veía espectacular, el cielo despejado y abajo una especie de gran fairway blanco.

Cerca del mediodía aterrizamos en Punta Arenas y partimos rumbo al hotel, donde nos recibieron con un ruibarbo sour y tostadas con centolla. Era un hotel chiquitito, sencillo y muuuy acogedor, toda la gente un siete y más encima creo que éramos los únicos huéspedes, asique era como si estuviéramos en casa. Una ducha y salimos a almorzar.

Viajamos un día antes del show, por lo que teníamos día libre. Con el Rafa teníamos nuestros planes hechos desde Santiago: teníamos que ir a la zona franca, comprar algunas botellas, ir al cementerio y tomarnos un vodka naranja entre los muertos. Suena un poco a góticos alcohólicos, pero no era el caso... a mí ni me gustan los cementerios, pero el de allá es demasiado particular y vale la pena ser visitado (la vez anterior no alcanzamos a ir).

Tremenda fue nuestra decepción al llegar a la zona franca y ver que en menos de 1 año los precios habían subido un montón y al final era lo mismo comprar allá que en un supermercado de acá (por lo menos lo que nos interesaba comprar a nosotros)... con todo lo que habíamos esperado el momento! Pero no íbamos a permitir que nuestros planes se vieran arruinados, asique igual nos compramos el vodka, un jugo de naranja y un ron para la noche. Necesitábamos vasos y para pasar más piola nos compramos uno de esos jarros térmicos y partimos rápidamente al cementerio, antes de que lo cerraran. Ya estando ahí y después de recorrer un poco nos sentamos y decidimos que era el momento de preparar el vodka. “Tú tení el vaso” – me dice el Rafa. “No, yo tengo mi mochila no más” (me había comprado una jeje). “Yo no lo tengo... nunca lo retiramos!!”. Todo mal con nuestros planes, arruinados 100%. En ese momento llegan otros del grupo al cementerio, seguimos recorriendo y volvemos nuevamente a la zona franca, esta vez con ellos y vamos a buscar nuestro jarrito... no íbamos a permitir que se perdiera!

De vuelta al hotel pasamos por un mirador a ver la ciudad y llegando volvimos a salir, esta vez a comer. Dino’s Pizza era nuestro destino, pero estaba lleno asique buscamos otro lugar. Ya instalados y decididos por la chorrillana nos damos cuenta que venden sólo bebidas para tomar, asique nos vamos... es que no se puede comer chorrillana sin un schop!. Volvimos a las pizzas, buenísimas!

En el hotel nos esperaba un carretito con gente de allá. Un grupete de vejestorios comunistas pegados con el tema pero buena onda. Yo estaba prendida, quería puro que se armara el bailoteo y justo cuando ponen en la radio una canción de Chico Trujillo la apagaron para empezar con el guitarreo. Aburrido! Puras canciones depres y somníferas... no quedaba otra que aplicar “bebe”. En un momento le dije al Chico que se tocara unas cumbias, pero después de tres, la guitarra volvió a los otros y siguieron con sus canciones aburridas. Con el Silbert y el Rafa nos dieron ganas de salir a bailar y una de las viejas nos lleva a un pub bailable cerca del hotel, pero cuando llegamos allá... HORROR! Unos cuantos grillos cantando karaoke, media vuelta y al hotel. Ya había sido suficiente, me retiro a dormir.

esta historia continuará...

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